lunes, 29 de junio de 2020

Emigrar: la mejor manera de comprender qué es una Comunidad Lingüística

Cuando se es profesor de lengua, especialmente castellana, se anuncia constantemente que parte de nuestra identidad reposa en la lengua que se usa, en los vocablos y expresiones comunes; ejerciendo mi profesión, esta sentencia la afirmé infinidad de veces. Pero hoy estoy convencida de que no tenía claridad de cuán profundamente cierta es. 

Como es el caso de millones venezolanos, a mí también me tocó emigrar. Un país para emigrar no se elige a la ligera, por lo menos no fue mi caso; se analizan largo y tendido las opciones. El idioma para mi era importante porque no hablo uno diferente al español, además que lo único que me siento capacitada para hacer es enseñar español como lengua materna. Entonces, mi elección fue Chile, país hablante del español que ofrece buenas oportunidades para los venezolanos. Y fue aquí donde pude comprender el verdadero significado de la pertinencia a una comunidad lingüística.

Narrar las complicaciones de entendimiento con las que me he enfrentado no se puede reducir a unas cuantas líneas y es la razón por la que he tenido el interés de resucitar este espacio; para poder dejar un estilo de testimonio de cómo vive una persona interesada en la lingüística un cambio tan drástico como el encontrarse en contacto con una comunidad lingüística completamente diferente a la propia.

Al principio, quizás durante los primeros 2 o 3 meses, me sentía en una constante traducción y análisis de las expresiones, que le darían dolor de cabeza a cualquier; luego de un tiempo más, ya conociendo una buena parte de las expresiones, puedo reflexionar acerca de todo esto con más calma. Lo que pretendo hacer en los siguientes posts. 

Y es que no tenía idea de lo diferente que podía ser la manera de usar el español hasta ahora y creo que la reflexión es necesaria para comprendernos mejor como hispano hablantes. Algunas de las expresiones con las que me encontré en mi aventura lingüística y que resaltan por diferir de mis tradiciones son:
  • "Son mil dos" en vez de mil doscientos.
  • "Se busca jefe de mantención" en vez de mantenimiento.
  • Prohibido decir "hora pico" o "prende las cornetas"
  • "Weón" con todas las variables morfológicas que tiene, cuenta con una riqueza polisémica inimaginable 
  • "Sí" no es sufieciente para afirmar, ni "no" para negar; los hermanos chilemos necesitan el "po" para afianzar la respuesta y para otras tantas expresiones.
  • "Ya" es "de nada", "sí", "vamos", "entiendo", "me parece bien", "comprendo", "comencemos" y por lo menos mil quinientas expresiones más.
  • "Entretención" nos suena muy mal, pero sí existe.
  • A los chilenos les encanta inventar palabras, usan muy bien las reglas morfológicas para eso; pero crean palabras para significados que ya tienen una o más palabras (por ejemplo: "hermosear", en vez de "decorar", "adornar"); esto indica que son una comunidad lingüística tremendamente progresista.
  • Hay una manera muy particular de usar el voceo (por ejemplo, "¿Qué querí?").
  • "La Camina", uso de artículos antes de nombres propios.
  • "Fulano ¿cuánto?" para preguntar por el apellido de una persona.
Estas son solo algunas de las situaciones con las que me he topado. La idea es retomar algo de esto y analizarlo desde un punto de vista que combina la informalidad y la academia; pero sin etiquetas de "correcto" o "incorrecto", por más difícil que a veces pueda parecer. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario